jueves, 6 de abril de 2017

APRENDIZAJE UBICUO, COLECTIVIDAD VIRTUAL Y PEDAGOGÍAS DE LA INTERACCIÓN PARA EL EMPODERAMIENTO




La generación de nuevos términos para definir los nuevos modelos de relaciones educativas que están surgiendo más allá de los muros de la escuela pone de manifiesto que estamos asistiendo a una reconfiguración de los espacios y los tiempos educativos. Hablamos de  aprendizaje ubicuo para definir aquel que se produce en cualquier lugar y momento. Ya hemos superado términos como TIC (Tecnologías de la información y la comunicación) que en su momento supuso la dotación de formación a los estudiantes y profesores de los conceptos y técnicas necesarias para dominar los medios tecnológicos y se imponen otros más oportunos como TAC (Tecnologías del Aprendizaje y el conocimiento) para abordar el medio educativo y las metodologías necesarias para que profesor y alumnos aprendan más y mejor. Se trata de tomar el contexto de enseñanza y aprendizaje para conocer y explorar los posibles usos didácticos que las TIC tienen para el aprendizaje y la docencia. Las TAC van más allá de aprender a usar las TIC y apuestan por explorar estas herramientas tecnológicas al servicio del aprendizaje y de la adquisición de conocimiento. También surge la necesidad de añadir a estos procesos de enseñanza y aprendizaje nuevos papeles a los actores productores y receptores de esos mismos procesos. En esta línea aparecen desde hace poco tiempo la idea de las Tecnologías del Empoderamiento y la Participación (TEP) y de su relación con términos como Ciudadanía, Participación social en Red, es decir, se utilizan como sustento para la cohesión social de un grupo determinado de personas, que comparten ideas, intereses y propuestas en favor de un objetivo en común.  Se le conoce como una revolución social, cognitiva y creativa con la cual se le ha dado vida a la emergente web social. El proceso de adaptación de la educación a las TEP está en pleno proceso de adaptación y desarrollo, debido a la dificultad de suprimir el aprendizaje centrado en el educador y pasar definitivamente al aprendizaje autónomo centrado en el estudiante. En sus orígenes todas estas prácticas recuerdan la dimensión dialógica desarrollada por Paulo Freire  en sus célebres 20 máximas que explicitan el carácter horizontal, sin contaminaciones de poder, ni jerarquías, y transparente en la relación y que hoy vuelven a tener vigencia.


Jorge Soto Carballo

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