En la actualidad se habla mucho de las
metodologías activas y de sus ventajas frente a las tradicionales. En estas
líneas os presentaremos una breve definición de éstas, describiremos las
principales diferencias de unas frente a las otras y os daremos algunos
consejos para poder usarlas en vuestras aulas.
La metodología es la
columna vertebral de la acción educativa. En didáctica es el cómo enseñar. A
través de ella llevamos a cabo la organización del aula, del alumnado y de las
intenciones educativas.
Existen dos tipos de
metodologías bien diferenciadas en educación, las tradicionales y las activas.
Las metodologías
activas son aquellas que abogan por una mayor participación y protagonismo del
alumnado. Están centradas en el aprendizaje, en las necesidades de los
discentes, en la búsqueda de una mayor responsabilidad, autoestima, interés y
motivación tanto del profesorado como del alumnado, se basan en un proceso
dialógico y democrático con la intención de crear y construir aprendizajes
significativos. Desarrollan el pensamiento crítico y la capacidad de colaborar
con otros trabajando en equipo.
Diferencia entre las metodologías
activas y las tradicionales
Las metodologías
tradicionales están centradas en el conocimiento, no en el proceso ni en el
aprendizaje constructivo y significativo. Son metodologías instructivas en las
que el papel del alumno es completamente pasivo, es el receptor del
conocimiento, únicamente se tiene que centrar en estudiar, memorizar y
reproducir los conceptos o patrones de conductas sin cuestionarse el para qué,
o la posibilidad de dar diferentes respuestas ante el mismo problema. Eso hace
que la evaluación esté centrada únicamente en el resultado académico de un
examen. El profesor se convierte en el transmisor del contenido sin preocuparse
por las necesidades y características de cada uno de sus discentes.
En cambio, las
metodologías activas parten de la idea de que no es posible aprender por otra
persona, cada uno tiene que aprender por sí mismo. Están basadas en el
constructivismo donde el alumno debe ser capaz de reflexionar sobre el objetivo
del aprendizaje, sobre el proceso y las diferentes alternativas que pueden dar
respuesta al problema que se le plantea.
La planificación de
la enseñanza no debe estar orientada únicamente hacia los contenidos y metas
que se presentan a los estudiantes, sino que debe estar centrada en los
estudiantes, en los procesos de adquisición y de construcción de los
conocimientos (Huber, 2008). Así, el docente pasa a ser el guía del proceso
situándose en un segundo plano y permitiendo que el alumnado sea el
protagonista de su propio aprendizaje. Para esto es necesario que se establezca
un vínculo entre el profesor y el alumno permitiendo situaciones de diálogo y
entendimiento, donde la negociación debe representar un procedimiento didáctico
(Fraile, 2003).
Utilizando métodos
de búsqueda, de resolución de problemas, donde aprendan unos de otros, aprenden
a escuchar, a respetar, a hablar. Desarrollan una mayor autonomía y se
responsabilizan tanto de su aprendizaje como de sus actos y de su toma de
decisiones. Aprenden a ser críticos, honrados y a comprender que viven en
sociedad.
Metodologías
tradicionales
|
Metodologías
activas
|
-
Centrada en la enseñanza
-
Lecciones magistrales
-
El profesor como protagonista
-
Alumno como receptor pasivo
-
Información elaborada “por” y “con”
los criterios del profesor
-
El alumno memoriza la información,
no desarrolla las habilidades necesarias para trabajar de manera autónoma e
independiente
-
Relación profesor-alumnos distante
|
-
Centrada en el aprendizaje
-
Debates, diálogos, proyectos
-
El alumno como protagonista
-
El profesor como guía y facilitador
del aprendizaje
-
El alumnado desarrolla estrategias
de aprendizaje de mayor calidad
-
Refuerzan la responsabilidad,
autoestima, interés y motivación
-
Relación directa y bidireccional
profesor-alumno
|
¿Por qué son consideradas como las más
adecuadas dentro de las aulas?
Para empezar porque
dan respuesta a las exigencias del currículum de educación (LOMCE) y al Proyecto
DeSeCo (Definición y Selección de Competencias de la OECD) en cuanto al diseño
del proceso de enseñanza-aprendizaje basado en el aprendizaje por competencias.
Los retos que plantea
una enseñanza por competencias para la vida son: que los contenidos de
aprendizaje sean aprendidos de manera funcional y que esté determinado por la
introducción de nuevos contenidos relacionados con el ámbito personal,
interpersonal y social. Blázquez (2016) las define como aquellas que deben
garantizar el proceso educativo para desempeñarse en la vida dentro del
contexto social actual.
Enseñar por
competencias es un proceso largo que requiere de un seguimiento constante.
Implica, además, enseñar a pensar, interpretar, buscar posibles soluciones,
escuchar y aplicar los aprendizajes adquiridos en diferentes situaciones y
contextos.
Cada situación exige
una respuesta diferente por lo tanto no podemos dar una respuesta
estandarizada. Toda persona va a interpretar la realidad según su experiencia y
en base a sus aprendizajes previos, lo que condicionará el tipo de respuesta
que se dé. Esto nos sitúa ante la siguiente reflexión “no existe una única
respuesta posible, habrá unas mejores, otras peores, pero mientras resuelvan el
problema inicial todas serán igual de válidas”. Así, si en el ámbito educativo
planteamos un problema para que el alumnado dialogue sobre la solución que
deben proponer aprenderán unos de otros enriqueciendo significativamente su
aprendizaje.
Ejemplos de actividades que sigan este tipo de
metodologías. ¿Se pueden trabajar desde todas las áreas y materias?
Por supuesto que se pueden trabajar estas metodologías desde todas las
áreas y materias, únicamente será necesario elegir el método que más se ajusta
al aprendizaje que queramos fijar. Algunos de los métodos que siguen estos
criterios son (Blázquez, 2016):
-
Aprendizaje basado en problemas:
consiste en presentar un problema, se identifican las necesidades de
aprendizaje, se busca la información necesaria y finalmente se regresa al
problema. Se trabaja de manera colaborativa en pequeños grupos. Las reflexiones
y el intercambio de opiniones es fundamental para que se produzca un
aprendizaje.
-
Aprendizaje por proyectos: tarea
común que deben desarrollar dialogando entre ellos, buscando información o
utilizando los recursos necesarios para conseguir el objetivo común final y
reflexionando tanto sobre el proceso de elaboración como el resultado final,
así como la implicación de cada uno y sus aportaciones.
-
Aprendizaje cooperativo:
consiste en organizar la realización de tareas en pequeños grupos, generalmente
heterogéneos, donde la responsabilidad del proceso de enseñanza aprendizaje no
recae exclusivamente en el profesorado sino en el conjunto de alumnos. Son
actividades colectivas no competitivas en las que no existe oposición entre las
acciones de los participantes, todas buscan la consecución de un objetivo
común.
-
Método de caso: a
partir de un caso particular, es posible extraer conclusiones generalizables a
otras situaciones similares. Se basa en el proceso de toma de decisiones. Parte
del principio de que existe más de una solución para el problema planteado.
-
Aprendizaje servicio: es
una metodología educativa que combina el currículo académico con el servicio
comunitario. Se basa en el autoconocimiento como vía para enriquecer la
experiencia educativa, enseñar civismo, animar a una implicación social durante
toda la vida, y fortalecer el bien de las comunidades.
-
Ambientes de aprendizaje: son
espacios en los que el alumno interactúa para generar experiencias de
aprendizaje significativo y con sentido.
- Enseñanza
recíproca: los alumnos aprende unos de otros,
reconocen y retroalimentan el rendimiento del grupo.
¿Qué recomendaciones le
daríamos a aquellos que quieran utilizar este tipo de metodologías en sus
aulas?
Este tipo de
estrategias metodológicas, que potencian la implicación del alumno en su propio
aprendizaje, son muy importantes porque refuerzan su responsabilidad,
autoestima, interés y motivación. Demandan una adecuada formación del
profesorado en las mismas, de un diseño claro, riguroso y viable del plan de
trabajo a desempeñar con los alumnos, pero especialmente, de una alta
implicación del docente en su materia. Por sí solas estas metodologías no
garantizan el aprendizaje, ni mucho menos la participación.
Para llevar este tipo
de metodologías a cabo es fundamental, por un lado, que el docente reconozca
sus carencias y errores, que valore los saberes, experiencias y vivencias del
alumnado y que tenga muy claro qué es lo que quiere enseñar, por qué lo quiere
enseñar y cómo lo va a enseñar. Por otro lado debe buscar estrategias que
permitan la colaboración, los debates y diálogos entre docentes y discentes a
través de la colaboración para crear y construir juntos (Fraile, 2003).
Debemos partir del
rechazo de aquellas prácticas que se centren única y exclusivamente en la
calificación final de una prueba teórica.
Estas son algunas de
las propuestas:
-
Provocar desafíos que hagan cuestionar unos
significados.
-
Plantear retos abordables. Acompañados de
apoyos y soportes intelectuales y emocionales.
-
Aumentar la capacidad de comprensión y
actuación autónoma del alumno.
-
Mejorar la relación y comunicación
profesor-alumno.
-
Partir de la idea de que el conocimiento del
profesor no es el único saber.
-
Prestar atención a la diversidad y necesidad
del alumnado.
-
La negociación debe representar un
procedimiento didáctico.
-
Favorecer entre el alumnado procesos de
autoevaluación.
Para finalizar no
debemos olvidar que lo realmente importante es que este tipo de metodologías
activas nos permitan enseñar a aprender para la profesionalidad, para el
conocimiento teórico-práctico experto de un determinado dominio, para la
aplicación, utilización y desempeño de habilidades y destrezas, para la
participación conjunta y la cooperación y como no, para la actuación
responsable y democrática.
Referencias
Fraile, A. (2003). Un cambio democrático en las aulas
universitarias: Una experiencia en la formación del profesorado de Educación
Física. Contextos educativos:
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Ballesta, J., Izquierdo, T., & Romero, B.E. (2011).
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Blázquez, D. (Ed.)(2016). Métodos de enseñanza en educación física. Madrid: INDE.
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Competencies: Executive Summary. Recuperado
de http://www. deseco. admin. ch/bfs/deseco/en/index/02. html.
Huber, G. (2008). Aprendizaje activo y metodologías
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