lunes, 30 de octubre de 2017

LAS METODOLOGÍAS ACTIVAS EN EDUCACIÓN



En la actualidad se habla mucho de las metodologías activas y de sus ventajas frente a las tradicionales. En estas líneas os presentaremos una breve definición de éstas, describiremos las principales diferencias de unas frente a las otras y os daremos algunos consejos para poder usarlas en vuestras aulas.
La metodología es la columna vertebral de la acción educativa. En didáctica es el cómo enseñar. A través de ella llevamos a cabo la organización del aula, del alumnado y de las intenciones educativas.
Existen dos tipos de metodologías bien diferenciadas en educación, las tradicionales y las activas.
Las metodologías activas son aquellas que abogan por una mayor participación y protagonismo del alumnado. Están centradas en el aprendizaje, en las necesidades de los discentes, en la búsqueda de una mayor responsabilidad, autoestima, interés y motivación tanto del profesorado como del alumnado, se basan en un proceso dialógico y democrático con la intención de crear y construir aprendizajes significativos. Desarrollan el pensamiento crítico y la capacidad de colaborar con otros trabajando en equipo.
Diferencia entre las metodologías activas y las tradicionales
Las metodologías tradicionales están centradas en el conocimiento, no en el proceso ni en el aprendizaje constructivo y significativo. Son metodologías instructivas en las que el papel del alumno es completamente pasivo, es el receptor del conocimiento, únicamente se tiene que centrar en estudiar, memorizar y reproducir los conceptos o patrones de conductas sin cuestionarse el para qué, o la posibilidad de dar diferentes respuestas ante el mismo problema. Eso hace que la evaluación esté centrada únicamente en el resultado académico de un examen. El profesor se convierte en el transmisor del contenido sin preocuparse por las necesidades y características de cada uno de sus discentes.
En cambio, las metodologías activas parten de la idea de que no es posible aprender por otra persona, cada uno tiene que aprender por sí mismo. Están basadas en el constructivismo donde el alumno debe ser capaz de reflexionar sobre el objetivo del aprendizaje, sobre el proceso y las diferentes alternativas que pueden dar respuesta al problema que se le plantea.
La planificación de la enseñanza no debe estar orientada únicamente hacia los contenidos y metas que se presentan a los estudiantes, sino que debe estar centrada en los estudiantes, en los procesos de adquisición y de construcción de los conocimientos (Huber, 2008). Así, el docente pasa a ser el guía del proceso situándose en un segundo plano y permitiendo que el alumnado sea el protagonista de su propio aprendizaje. Para esto es necesario que se establezca un vínculo entre el profesor y el alumno permitiendo situaciones de diálogo y entendimiento, donde la negociación debe representar un procedimiento didáctico (Fraile, 2003).
Utilizando métodos de búsqueda, de resolución de problemas, donde aprendan unos de otros, aprenden a escuchar, a respetar, a hablar. Desarrollan una mayor autonomía y se responsabilizan tanto de su aprendizaje como de sus actos y de su toma de decisiones. Aprenden a ser críticos, honrados y a comprender que viven en sociedad.
Metodologías tradicionales
Metodologías activas
-       Centrada en la enseñanza
-       Lecciones magistrales
-       El profesor como protagonista
-       Alumno como receptor pasivo
-       Información elaborada “por” y “con” los criterios del profesor
-       El alumno memoriza la información, no desarrolla las habilidades necesarias para trabajar de manera autónoma e independiente
-       Relación profesor-alumnos distante
-       Centrada en el aprendizaje
-       Debates, diálogos, proyectos
-       El alumno como protagonista
-       El profesor como guía y facilitador del aprendizaje
-       El alumnado desarrolla estrategias de aprendizaje de mayor calidad
-       Refuerzan la responsabilidad, autoestima, interés y motivación
-       Relación directa y bidireccional profesor-alumno
¿Por qué son consideradas como las más adecuadas dentro de las aulas?
Para empezar porque dan respuesta a las exigencias del currículum de educación (LOMCE) y al Proyecto DeSeCo (Definición y Selección de Competencias de la OECD) en cuanto al diseño del proceso de enseñanza-aprendizaje basado en el aprendizaje por competencias.
Los retos que plantea una enseñanza por competencias para la vida son: que los contenidos de aprendizaje sean aprendidos de manera funcional y que esté determinado por la introducción de nuevos contenidos relacionados con el ámbito personal, interpersonal y social. Blázquez (2016) las define como aquellas que deben garantizar el proceso educativo para desempeñarse en la vida dentro del contexto social actual.
Enseñar por competencias es un proceso largo que requiere de un seguimiento constante. Implica, además, enseñar a pensar, interpretar, buscar posibles soluciones, escuchar y aplicar los aprendizajes adquiridos en diferentes situaciones y contextos.
Cada situación exige una respuesta diferente por lo tanto no podemos dar una respuesta estandarizada. Toda persona va a interpretar la realidad según su experiencia y en base a sus aprendizajes previos, lo que condicionará el tipo de respuesta que se dé. Esto nos sitúa ante la siguiente reflexión “no existe una única respuesta posible, habrá unas mejores, otras peores, pero mientras resuelvan el problema inicial todas serán igual de válidas”. Así, si en el ámbito educativo planteamos un problema para que el alumnado dialogue sobre la solución que deben proponer aprenderán unos de otros enriqueciendo significativamente su aprendizaje.

Ejemplos de actividades que sigan este tipo de metodologías. ¿Se pueden trabajar desde todas las áreas y materias?
Por supuesto que se pueden trabajar estas metodologías desde todas las áreas y materias, únicamente será necesario elegir el método que más se ajusta al aprendizaje que queramos fijar. Algunos de los métodos que siguen estos criterios son (Blázquez, 2016):
-       Aprendizaje basado en problemas: consiste en presentar un problema, se identifican las necesidades de aprendizaje, se busca la información necesaria y finalmente se regresa al problema. Se trabaja de manera colaborativa en pequeños grupos. Las reflexiones y el intercambio de opiniones es fundamental para que se produzca un aprendizaje.
-       Aprendizaje por proyectos: tarea común que deben desarrollar dialogando entre ellos, buscando información o utilizando los recursos necesarios para conseguir el objetivo común final y reflexionando tanto sobre el proceso de elaboración como el resultado final, así como la implicación de cada uno y sus aportaciones.
-       Aprendizaje cooperativo: consiste en organizar la realización de tareas en pequeños grupos, generalmente heterogéneos, donde la responsabilidad del proceso de enseñanza aprendizaje no recae exclusivamente en el profesorado sino en el conjunto de alumnos. Son actividades colectivas no competitivas en las que no existe oposición entre las acciones de los participantes, todas buscan la consecución de un objetivo común.
-       Método de caso: a partir de un caso particular, es posible extraer conclusiones generalizables a otras situaciones similares. Se basa en el proceso de toma de decisiones. Parte del principio de que existe más de una solución para el problema planteado.
-       Aprendizaje servicio: es una metodología educativa que combina el currículo académico con el servicio comunitario. Se basa en el autoconocimiento como vía para enriquecer la experiencia educativa, enseñar civismo, animar a una implicación social durante toda la vida, y fortalecer el bien de las comunidades.
-       Ambientes de aprendizaje: son espacios en los que el alumno interactúa para generar experiencias de aprendizaje significativo y con sentido.
-       Enseñanza recíproca: los alumnos aprende unos de otros, reconocen y retroalimentan el rendimiento del grupo.
¿Qué recomendaciones le daríamos a aquellos que quieran utilizar este tipo de metodologías en sus aulas?
Este tipo de estrategias metodológicas, que potencian la implicación del alumno en su propio aprendizaje, son muy importantes porque refuerzan su responsabilidad, autoestima, interés y motivación. Demandan una adecuada formación del profesorado en las mismas, de un diseño claro, riguroso y viable del plan de trabajo a desempeñar con los alumnos, pero especialmente, de una alta implicación del docente en su materia. Por sí solas estas metodologías no garantizan el aprendizaje, ni mucho menos la participación.
Para llevar este tipo de metodologías a cabo es fundamental, por un lado, que el docente reconozca sus carencias y errores, que valore los saberes, experiencias y vivencias del alumnado y que tenga muy claro qué es lo que quiere enseñar, por qué lo quiere enseñar y cómo lo va a enseñar. Por otro lado debe buscar estrategias que permitan la colaboración, los debates y diálogos entre docentes y discentes a través de la colaboración para crear y construir juntos (Fraile, 2003).
Debemos partir del rechazo de aquellas prácticas que se centren única y exclusivamente en la calificación final de una prueba teórica.
Estas son algunas de las propuestas:
-       Provocar desafíos que hagan cuestionar unos significados.
-       Plantear retos abordables. Acompañados de apoyos y soportes intelectuales y emocionales.
-       Aumentar la capacidad de comprensión y actuación autónoma del alumno.
-       Mejorar la relación y comunicación profesor-alumno.
-       Partir de la idea de que el conocimiento del profesor no es el único saber.
-       Prestar atención a la diversidad y necesidad del alumnado.
-       La negociación debe representar un procedimiento didáctico.
-       Favorecer entre el alumnado procesos de autoevaluación.
Para finalizar no debemos olvidar que lo realmente importante es que este tipo de metodologías activas nos permitan enseñar a aprender para la profesionalidad, para el conocimiento teórico-práctico experto de un determinado dominio, para la aplicación, utilización y desempeño de habilidades y destrezas, para la participación conjunta y la cooperación y como no, para la actuación responsable y democrática.
Referencias
Fraile, A. (2003). Un cambio democrático en las aulas universitarias: Una experiencia en la formación del profesorado de Educación Física. Contextos educativos: Revista de educación, 6, 213-234.
Ballesta, J., Izquierdo, T., & Romero, B.E. (2011). Percepción del alumnado de Pedagogía ante el uso de metodologías activas. Educatio Siglo XXI, 29(2). Recuperado de http://revistas.um.es/educatio/article/view/133101/0.
Blázquez, D. (Ed.)(2016). Métodos de enseñanza en educación física. Madrid: INDE.
DeSeCo, Organisation for Economic Cooperation and Development (2005). Definition and Selection of Key Competencies: Executive Summary. Recuperado de http://www. deseco. admin. ch/bfs/deseco/en/index/02. html.
Huber, G. (2008). Aprendizaje activo y metodologías educativas. Revista de Educación, 59. Recuperado de https://www.researchgate.net/publication/298952325_Active_learning_and_methods_of_teaching.
Ley Orgánica 8/2013 para la mejora de la calidad de educativa (2013). En Boletín Oficial del Estado nº 295, 10 de diciembre. Ministerio de Educación y Ciencia. España.
OECD, Organisation for Economic Cooperation and Development (2005). Definition and Selection of Key Competencies: Executive Summary. Recuperado de http://www.oecd.org/dataoecd/47/61/ 35070367.pdf.
Velázquez, C., Fraile, A., & López-Pastor, V.M. (2014). Aprendizaje Cooperativo en Educación Física. Movimento (ESEF/UFRGS), 20(1), 239-259. Recuperado de http://www.seer.ufrgs.br/index.php/Movimento/article/view/40518/28352 .



Xoana Reguera López de la Osa

martes, 17 de octubre de 2017

EL ALUMNADO DE SECUNDARIA Y SU ACCIÓN TUTORIAL PREFERENTE


El alumnado que cursa la Educación Secundaria Obligatoria (en adelante ESO) se encuentra inmerso, por norma general, entre los 12 y los 16 años. Este período coincide con la pubertad y la adolescencia, de la raíz etimológica latina “adolescere”, que significa crecer o desarrollarse (Sánchez Queija y Herranz Ybarra, 2010).
Diferentes autores distinguen que mientras que la pubertad es un hecho biológico, la adolescencia es una construcción social dependiente de un determinado contexto cultural, que colorea tanto sus manifestaciones como su propia maduración (Pedreira Massa, 2000) y UNICEF (2011) considera que es importante tener en cuenta en el ámbito educativo y familiar que entre el 10% y el 20% de los adolescentes del mundo presentan uno o más problemas mentales o del comportamiento, que pueden interferir con el pensamiento, el estudio y las relaciones sociales.
Dadas estas características, para un correcto acercamiento al alumnado de la ESO, el profesorado y los Departamentos de orientación han de contemplar en sus intervenciones los complejos cambios sociales de esta etapa, en la que los y las adolescentes han de evolucionar desde una dependencia de sus mayores hasta la autonomía, en los campos de la toma de decisiones, de las relaciones sociales y de su pertenencia a grupos. Así, siguiendo la clasificación clásica de Pastor Mallol (1995) podemos situar los objetivos preferentes de la acción del profesorado tutor en esta etapa como:
-Promover la autonomía del alumnado, implicando la vertiente cognitiva, afectiva y moral
-Estimular, en relación con el contexto social, el sentido de responsabilidad y libertad
-Promover el respeto y la adhesión a la cultura democrática y a las normas de convivencia
-Fomentar en el alumnado el conocimiento y puesta en valor del patrimonio cultural
-Desarrollar la capacidad de valorar de forma crítica y respetuosa la creación artística y cultural de nuestra época en todas sus formas.
-La consolidación de actitudes positivas hacia el estudio, los compañeros, sus ambientes habituales, la futura inserción al mundo laboral, etc.
-El logro de unos hábitos de trabajo y unos comportamientos que les ayuden a alcanzar su plena autonomía personal en la toma de decisiones, fundamentada y responsable, sobre los estudios posteriores y en su inserción en el mundo laboral.
No debemos olvidar que, en el fondo, y, siguiendo a Torrego (2014), el tutor o tutora de secundaria es “alguien que entiende la educación en su más profundo sentido,más global e integrador, y considera que su tarea es contribuir a formar personas que sepan vivir en sociedad, junto a otros, capaces de crecer y de mejorar  ellas mismas y de construir un mundo que sea también mejor y más justo para todos.”



Iria Calleja Barcia

REFERENCIAS:
Moncayo, A. N., Seijo, Puig, M. J. G., Virseda, C. M. & Torrego Seijo J.C. (Coord.) (2014). 8 Ideas Clave. La tutoría en los centros educativos (Vol. 23). Barcelona: Grao.
PASTOR, E. (1994). La tutoría en Secundaria. Barcelona: CEAC.
Pedreira Massa, J.L. & Martín Álvarez, L. (2010). Desarrollo psicosocial de la adolescencia: bases para una comprensión actualizada. Documentación social, 120, 2000. Adolescentes y Jóvenes en dificultad social, 69-90.
Sánchez Queija, I. y Herranz Ybarra, P. (2010) La adolescencia. Etapa de cambio y adaptación. En García Madruga, J.A. & Delval, J. (Coords.) Psicología del desarrollo I. Págs. 325-344. Madrid: UNED
UNICEF (febrero, 2011) Estado mundial de la infancia: la adolescencia una época de oportunidades. Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Nueva York. Recuperado de https://www.unicef.org/spanish/publications/index_57468.html