La familia parece
tener un peso notable en los hábitos de los más jóvenes y, en concreto, el
papel de padres y madres se destaca como pieza fundamental para el fomento de
un estilo de vida activo (Beets, Cardinal y Alderman, 2010; Hernández et al.,
2008; Wenthe, Janz y Levy, 2009). No obstante, no todos los trabajos corroboran
una única tendencia y nos encontramos, por ejemplo, investigaciones como la de
Seabra, Mendonça, Thomis, Malina y Maia (2011) que constataron que solo una
madre activa predice la práctica de sus hijos/as, mientras que el padre no; sin
embargo, otras fuentes señalaron al padre como agente de mayor influencia
(Eriksson, Nordqvist y Rasmussen, 2008; Keegan, Harwood, Spray y Lavallee,
2009). Martín-Matillas et al. (2011) demostraron que los niveles de actividad
física en las adolescentes estaban muy relacionados con la actividad física de
cualquier otro significativo evaluado, mientras que los niveles de actividad de
los chicos solo estaban relacionados con la actividad física de familiares
varones. Por su parte, Anderssen, Wold y Torsheim, (2006) realizaron un estudio
longitudinal sobre la práctica de progenitores e hijas/os en el que concluyeron
que esa influencia parental no se transmite tanto como a menudo se considera.
Centrándonos en el papel del grupo de “pares”, la mayoría de investigaciones coinciden en que las amistades/acompañantes en el deporte son un potente motivador social (Kirby, Levin e Inchley, 2011), aunque hay discrepancias, tal y como nos explican Sánchez, Leo, Sánchez, Amado y García (2012), a la hora de definir si predicen o no la continuidad de la práctica o las conductas más o menos adaptativas. También se observa en su estudio la existencia de discordancias en torno a la figura del profesor o profesora de educación física, ya que dependiendo de los contextos puede ser o no una figura relevante. Martínez-López, Cachón y Moral (2009) destacan en este sentido que la gran mayoría de adolescentes no suele recibir recomendaciones por parte del profesorado para realizar ejercicio físico.
Centrándonos en el papel del grupo de “pares”, la mayoría de investigaciones coinciden en que las amistades/acompañantes en el deporte son un potente motivador social (Kirby, Levin e Inchley, 2011), aunque hay discrepancias, tal y como nos explican Sánchez, Leo, Sánchez, Amado y García (2012), a la hora de definir si predicen o no la continuidad de la práctica o las conductas más o menos adaptativas. También se observa en su estudio la existencia de discordancias en torno a la figura del profesor o profesora de educación física, ya que dependiendo de los contextos puede ser o no una figura relevante. Martínez-López, Cachón y Moral (2009) destacan en este sentido que la gran mayoría de adolescentes no suele recibir recomendaciones por parte del profesorado para realizar ejercicio físico.
Se conocen pocos datos
de la realidad gallega en relación con este tema, por eso nos planteamos
estudiar el papel que ocupan las mujeres y los varones de la familia como
agentes sociales para la participación de los/as jóvenes, así como el centro
escolar/profesorado, evaluando el grado de apoyo respecto a otros agentes como
son las amistades. Asimismo, consideramos también de interés determinar si
existe relación entre el género del alumnado y diferentes significativos,
focalizando la atención en familiares y escuela.
Mostramos en este
espacio las conclusiones más relevantes de un estudio realizado con 566
estudiantes de las cuatro provincias de Galicia de edades comprendidas entre 15
y 17 años. A partir de las respuestas dadas a través de un cuestionario
observamos que:
- En general el alumnado realiza ejercicio en compañía
de sus iguales y la familia no acompaña en este tipo de actividades a las/os
jóvenes. Además, existe una relación entre el hecho de ser varón o mujer y
hacer ejercicio con otras mujeres de la familia, de manera que son las chicas
las que se ejercitan más con otras féminas familiares. Estos hallazgos son congruentes con la literatura
actual sobre el tema. En este sentido, la sociedad debe de seguir haciendo
esfuerzos por fomentar la equidad deportiva y la ruptura de estereotipos, así
como potenciar el concepto de familia
activa, de forma que se aumente la práctica deportiva conjunta en una
estructura tan esencial como ésta.
- La familia, pese a que no acompaña en la práctica, sí sirve
de apoyo para la misma y su influencia puede
considerarse de moderada a alta, siendo siempre mayor la influencia de las amistades.
Los alumnos tienen fundamentalmente influencias de varones y las alumnas de
mujeres. Además, existe una relación de dependencia entre el género del
alumnado y la influencia para la práctica deportiva por parte de hombres en la
familia (más influjo por parte de los alumnos) y de mujeres en la familia (más
influjo por parte de las alumnas). Atendiendo a los resultados de nuestro
trabajo, el apoyo social familiar se puede explicar en términos de influencia
de socialización deportiva de género y de contexto cultural; entendemos que el
hecho de que los chicos reciban mayor influencia de varones y que las chicas
mayor influencia de mujeres tiene que ver con las formas de relación
sociocultural gallega. A diferencia de otras investigaciones en las que para
las chicas el papel clave de influencia lo ejercía un varón de la familia (casi
siempre el padre), en este caso las familiares gallegas constituyen un
importante agente social de práctica.
- El centro escolar tiene un grado de influencia muy
pequeño, siendo más importante para las alumnas que para los alumnos. Este
hecho ha de suponer una reflexión en torno al papel de la escuela y la figura
docente, ya que deberían contribuir en mayor medida a potenciar estilos de vida
saludables.
Myriam Alvariñas Villaverde